La Cuarta Cruzada

La cuarta cruzada difiere de las demás en que se han revelado las motivaciones reales de los organizadores. Fue en esta cruzada, el tema religioso fue ignorado y los cruzados decidieron invadir y saquear un imperio que compartía su misma fe, el Imperio Bizantino.

A finales del siglo XII, las mentes de los occidentales para retomar Jerusalén estaban en su apogeo. La muerte de Saladino y el éxito de la tercera cruzada llevaron al papa a comenzar los preparativos para una nueva cruzada.

El papa Inocencio III se regía por las teorías teocráticas del papa Gregorio VII, introduciendo la doctrina teocrática del poder y el derecho de los papas a disponer de las monarquías. Esto dio origen a un papado autoritario y absolutista, donde los Estados Pontificios alcanzaron su máximo. El deseo de Inocencio III era crear un "estado universal" donde la máxima autoridad fuera la del pontífice romano. La búsqueda de la supremacía en Occidente y Oriente solo tenía un camino: la cuarta cruzada.

El Papa instó no solo a todos los cristianos a defender la "Tierra Sagrada", sino también a los cánones y los hermanos, quienes les pidieron un impuesto para evadir las sanciones del juicio final. En el momento de la convocatoria, Europa estaba dividida por la guerra entre Felipe II Augusto y Ricardo Corazón de León. El cardenal Pedro de Capua fue enviado a Francia para poner fin al conflicto y convertirse en miembro francés e inglés del ejército cruzado. El cardenal Esteban fue enviado a Venecia para hacer una alianza con Enrique Dandolo, porque eran los únicos que podían garantizar el transporte. Al mismo tiempo, llegó un mensaje del papa al emperador bizantino Alexios III, pidiéndole que formara un ejército para liberar Jerusalén. Sin embargo, su mensaje también contenía una amenaza, porque si Constantinopla rechazara las solicitudes del Papa, las fuerzas occidentales intervendrían. Constantinopla rechazó las solicitudes del Papa.

La mayoría de los nobles que acudieron al llamado del sacerdote francés Fulco de Nuilly estaban motivados por el interés de preservar el poder en Occidente y extenderlo, con sus conquistas, al Este.

El primer lugar al que llegarían los cruzados era Egipto, pero Enrique Dandolo, el propietario del transporte, tenía una fuerte conexión comercial con ellos, por lo que los cruzados tenían que responder tanto a los intereses económicos de Venecia como a los intereses del poder. . del papa, y el objetivo principal del ataque fue Constantinopla.

El monarca alemán, Philippe de Souabe, también compartió esta política anti-bizantina, pero en otro sentido, porque le conmovió la idea de ser entronizado en Bizancio. Estaba casado con Irene Angelina, hija de Isaac II, emperador de Bizancio, derrocado por Alejo III.

Los cruzados tenían una deuda con Enrique Dandolo, pero decidió perdonarlo si los cruzados tomaban la ciudad de Zara, el actual reino zadar de Hungría. Los cruzados aceptaron y tomaron la ciudad. Al enterarse de esto, el Papa Inocencio III excomulgó a los venecianos. Después de la caída de la ciudad de Zara, Felipe de Suabia fue al ejército cruzado, ofreciendo 10.000 soldados de apoyo, si lo ayudaban a recuperar su trono. La mayoría de los cruzados estuvieron de acuerdo, y en abril de 1204 Constantinopla cayó ante los cristianos.